MISERABLE: RUIN O CANALLA. Por Félix González Bonorino

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MISERABLE: RUIN O CANALLA. Por Félix González Bonorino
MISERABLE: RUIN O CANALLA. Por Félix González Bonorino

Existen pocos adjetivos tan descriptivos de alguien despreciable. Alguien ruin, arruinado, quebrado, roto, desarticulado, inútil. Un canalla, gente baja, chusma, morralla, gentuza dicen en la Real Academia Española. Un miserable.


Víctor Hugo, el francés obvio, trazó en su clásica novela el pasaje de un señor condenado a trabajos forzados, miserable vida en una sociedad de miserables a, mediante un evento especial, señor nuevamente. Pero describió también cómo ese pasaje, ese recorrido de un extremo al otro de la escala humana, nunca eliminó el recuerdo, la memoria de quién tuvo que dejar de ser. De quién fue. Ese pasado lo persiguió hasta último momento.
Diego Giacomini, el íntimo amigo de Javier Milei, dijo en una entrevista que él terminó con su relación con Javier, cuando éste le contó cómo pensaba instrumentar su ingreso a la política, el discurso que iba a utilizar, a quienes iba a pedir financiamiento, etc. Si esto fuera cierto hay que reconocer que lo hizo bien.
Giacomini dice que se dio cuenta que estaba frente a un oportunista que había entendido la demanda social, pero que a la vez estaba inundado de los vicios que criticaba.
Javier Milei en pocos días reunió lo que se puede juntar de miserable en un argentino. Despreció a los Héroes de Malvinas y las entregó a los “malvinenses” (faltó que hablara de kelpers) y se arrastró a los pies de Donald Trump, pagando U$S 50.000 por una foto que no consiguió.
Al mejor estilo de una “fan” de Taylor Swift, gritó ante un auditorio para ser escuchado por gente a la que él le era indiferente. Pero gritaba diciendo que la Argentina, nuestra Argentina, se entregaría de pies a cabeza a los proyectos de Donald y sus tarifas. Como no había nadie, pero nadie, de relevancia, se sacó fotos con cualquiera que se lo pidiera y no porque fuera generoso, sino porque le hablaban en inglés y porque no tiene dimensión de lo que es ser Presidente de la Argentina. Él es un miserable.
Enfermo como está, insultó a todo el mundo porque no obtuvo su foto preciada, empezando por el Embajador en los EEUU. Embajador que responde más a los intereses de Israel que a los nuestros.
Estamos frene a un personaje que, siendo muy menor, ha asumido una capacidad de daño tremenda, pero no por lo que pueda hacer él, sino por lo que al tiempo que él se sumerge en piezas oscuras deprimido con sueños húmedos de vaselina, mandriles y niños encadenados, Sturzenegger, Caputo y toda la runfla están destruyendo y vendiendo a sus amigos todo lo construido por el gran pueblo argentino a lo largo de muchas décadas, endeudándonos para casi siempre.
Miserable, ruin, canalla. Hasta cuándo lo vamos a dejar avanzar, hasta dónde.


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